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Problemas derivados del confinamiento en niños

Estos días estoy valorando a una amplia población, ya que mediante las consultas on line puedo ver no solo a un paciente de mi misma ciudad si no a alguien de todo el país o de todo el mundo. Todos ellos, todos mis pacientes, están presentando una serie de problemas comunes y que se derivan del confinamiento.

Vamos a analizar uno a uno estos problemas deteniéndonos en qué los ocasiona y tratando, después de este análisis, de encontrar el modo de paliarlos.

 

Insomnio:

El insomnio se define como falta de sueño y vigilia a la hora de dormir. Pero el insomnio es mucho más y genera muchos más problemas ya que, si lo habéis sufrido, yo soy una habitual del insomnio, sabréis que acaba generando una ansiedad importante, un miedo a dormir, y paralelamente un estado de ánimo triste.

Durante el confinamiento la confluencia de diversos factores están provocando que niños que previamente dormían bien presenten ahora una dificultad para conciliar el sueño (Insomnio de conciliación) o para mantenerlo (Insomnio por despertares). Ya hablamos de los tipos de insomnios, de la higiene del sueño, de los malos hábitos… Hoy solo quiero detenerme a puntualizar cuales son las causas que están llevando a los niños a no poder dormir.

Luz:

El más potente regulador de los ciclos de sueño y vigilia es la luz. Las diferentes intensidades de luz nos van a informar acerca de en qué momento del día nos encontramos y van a propiciar la liberación de distintos mediadores. Así sabemos que por la mañana la intensidad de la luz solar va a favorecer la liberación de cortisol que nos mantendrá alerta, despiertos y activos; mientras que la caída de intensidad de la tarde y la noche activará la liberación de melatonina, la hormona del sueño, que nos prepara para el descanso.

 

¿Qué está ocurriendo ahora?

Pues sabemos que hay niños que no tienen oportunidad de estar al aire libre durante el día y por tanto, no reciben la total intensidad de luz solar y paralelamente están más expuestos a luces artificiales por lo que la información que recibe su cuerpo respecto al momento qué es del día no es adecuada, y es que sabemos que entre la luz solar de la mañana (10.000-100.000 lux) y la de la noche (0.25-0.0001lux) hay una variabilidad inmensa, mientras que, las luces artificiales no nos permiten esta variabilidad (oscila entre 50 lux de una habitación poco iluminada por la noche y los 300 – 800 lux de luz más intensa de oficina) y además nos van a exponer a intensidades inferiores a las requeridas de día y muy superiores a las necesarias de noche.

 

¿Y las pantallas?

Pues imaginaos. Las pantallas emiten luz azul que va a activarnos en momentos en los que deberíamos tener a tope nuestro sistema liberando melatonina. Es por ello que las tabletas y móviles  a las que tienen acceso los preadolescentes y adolescentes estos días de forma ininterrumpida van a alterar irremediablemente sus ciclos de sueño-vigilia.

  • Hay que garantizar, en la medida de lo posible, actividad al aire libre, sol, aire.
  • Hay que evitar pantallas por encima de las 22h en los adolescentes
  • Hay que favorecer un ambiente de descanso a la hora de dormir

Actividad física:

Es fundamental para el sueño que lleguemos cansados a la hora de dormir. No me refiero a que estéis obligados a instagramear una tabla de crossfit diaria, o lo cuqui que queda tu hijo de 2 años sobre ti mientras haces una tabla de abdominales…

  • Hay que garantizar cierta actividad a los niños, especialmente a los más pequeños, y si puede ser al aire libre aún mejor.  Pilla-pilla, escondite, volteretas, saltos, lanzar una pelota, bailar…Usad las azoteas, los balcones, las terrazas… Pero no paréis, intentad jugar y promover el juego.
  • Que se cansen no solo a nivel físico, tener pequeñas tareas de colaboración en casa es una buena forma, es un buen momento para atribuirles pequeñas responsabilidades: los más pequeños pueden tirar sus pañales, recoger juguetes, llevar el mantel a la mesa; los más mayores aprender a vestirse y desvestirse, poner de comer a los animales, recoger sus platos, asearse… A lo adolescentes démosles tareas crecientes en responsabilidad, hagamos que se sientan útiles y ocupados.

Pérdida de rutinas:

Una rutina es una costumbre hábito adquirido. Las rutinas son fundamentales para los niños y los ancianos (también para los adultos, pero especialmente son vulnerables las edades extremas de la vida). Las rutinas nos ayudan a tener cierta estabilidad diaria. horarios de descanso, de higiene, de alimentación…Los niños tendrían previo a este desastre un horario de desayuno, almuerzo, merienda y cena, un horario de baño, un horario de actividad y de sueño que ahora se ha perdido en gran medida.

  • Hay que mantener unos horarios adecuados a los niños, como hacíamos antes de todo esto. Esos horarios nos dan seguridad y nos ayudarán a mantener una buena higiene de descanso.
  • Incorporemos técnicas de relajación o rutinas que favorezcan el descanso: cuentos, lectura, masajes, música…
Estreñimiento:

El estreñimiento es otro de los problemas que se están planteando en niños y se deriva fundamentalmente de 2 factores

Dieta

Aunque parece que al inicio del confinamiento aún mantengamos el tipo y éramos capaces de seguir adelante con menús equilibrados desde hace unos días se diría que nos hemos relajado y al grito de “Carpe diem” las compras de los supermercados tienen poco de real fooders y mucho de Homer Simpson.

Podéis leer acerca de cómo comen los niños en España y los errores de la dieta aquí. 

  • Hay que garantizar una dieta equilibrada favoreciendo a las frutas y verduras y la alta ingesta de agua (no refrescos ni zumos, agua).

Pérdida de rutinas

Ya hemos comentado como el tener horas y rutinas favorece que funcionemos bien, y las tripas no son una excepción. Pensad en los viajes muy largos, en como al final muchos adultos están deseando llegar a casa para poder por fin hacer caca… Esto le pasa a nuestros hijos cuando pierden sus rutinas aunque no estemos, necesariamente, de viaje.

Falta de movimiento

Y es que ya sabemos que en el estreñimiento es fundamental la dieta, el agua y moverse. El movimiento es lo que facilitará que logremos deposiciones diarias normales. Así que insisto: a moverse.

 

Ansiedad

Esto me genera mucha tristeza, y es que muchas de las consultas hacen referencia a niños más mayores (7-14 años) con sensación de opresión torácica, palpitaciones, insomnio, cefaleas intermitentes, miedo… Sí señor, una crisis ansiosa en toda regla.

Los más pequeños manifiestan rabietas más frecuentes, comportamiento desafiantes, tristeza, apatía, regresiones (vuelven a orinarse de noche, a querer usar chupete…), miedo.

Pensad que ellos también están viviendo esto y es más, lo viven a través de vuestros ojos, vuestras vivencias, vuestras palabras, vuestros gestos…

¿Recordáis de pequeños que os hayan tratado como si no estuvieseis allí, como si no fueseis capaces de entender, pero entendíais..? A menudo hacemos comentarios, tenemos conversaciones delante de ellos sobre los muertos, las calles vacías, el virus, la incertidumbre económica… Cuidado, se enteran, os escuchan…

En el imaginario de alguno de ellos este virus es un monstruo enorme que ha venido a devorarnos.

Los hay que contabilizan los muertos que cada día airea el telediario, los hay que tienen miedo a salir, algunos por primera vez están entendiendo el concepto de muerte como algo inexorable e irreversible y empiezan a entender que vosotros podéis morir, es por ello que empiezan a querer controlar dónde estáis en cada momento, a temer por vosotros si salís… los hay que visualizan ya la muerte de sus abuelos, los hay que piensan que se quedarán sin casa porque no podréis pagarla… Ellos están ahí, en ese mismo espacio, reparemos en que nos están viendo y escuchando.

 

  • Evitad hacer referencias apocalípticas
  • Evitad los telediarios porque aunque creáis que están ausentes y jugando, se enteran. ¿O acaso vuestro hijo no es un radar de palabrotas que se dicen en la tele aunque parezca entretenido? Porque el mío no tarda en decirme “Ha dicho ni de coña mamá, eso no se puede decir…»
  • Tratad el tema de forma natural, si os preguntan responded sin mentir pero sin transmitir vuestros propios miedos. Pensad que vosotros sois su referente y además sois quienes los protegéis… Si mis padres están asustados… ¿Quién cuidará de mí?
  • No les ocultéis información. No susurres, no os escondáis, no hay nada que asuste más que pensar que te están mintiendo o que están evitando contarte algo…
  • A los adolescentes preguntadles si podéis ayudarles en algo, si quieren hablar de algo, si tienen alguna pregunta. Si ser invasivos pero mostrándoos accesibles.
  • Mantened contacto con sus seres queridos: abuelos, amigos del cole, tíos, primos…
  • Practicad rutinas de relajación: baños, yoga, respiración, masajes, cuentos, escucha activa de música…

¿Y Qué soluciones farmacológicas tenemos?

Para todo esto, os aconsejo que tratéis de poneros en contacto con un pediatra

  • Para el insomnio y la ansiedad a veces usamos placebos como infusiones o jarabes de fitoterapia a base de melissa, manzanilla, tila… ¿Funcionan? Pues puede que no tengan un ensayo clínico serio detrás, pero a veces el simple hecho de “tomar algo” ejerce un efecto placebo y ayuda. Otras veces hay que recurrir a fármacos como la melatonina o los antihistamínicos, siempre bajo prescripción y vigilancia médica.
  • Para el estreñimiento ademas de estar atentos a la dieta puede que necesitemos usar o bien soluciones puntuales (como enemas de melilax) o en casos mas persistentes laxantes orales tales como la eupentin o el casenlax

Así que en resumen; mucho ánimo, todo el cariño y la solidaridad del mundo. No olvidemos que ellos también están pasándolo mal, no olvidemos que ellos también han perdido su trabajo, sus amigos y a sus familiares; sus fiestas de cumple, sus partidos y sus planes. Tenemos que ser aún más valientes y aún más cuerdos por ellos y para ellos.

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