El sinsentido

La rabia

Sí, soy ese monstruo de las emociones, el rojo, el que abre la boca enorme y amenaza con tragarnos a todos….

He tenido que respirar hondo varios minutos antes de animarme a empezar a escribir, y es que me siento un poco engañada, un poco traicionada, un poco desesperada y muy enfadada después de leer y oír la “solución” que se ha decidido tomar para permitir la salida de los niños…

¿Estamos locos? ¿Tiene esto sentido? ¿A quién preguntaron? ¿Acaso es esto seguro? y sobretodo ¿Alguien ha pensado en los niños?

Pues así es, ya lo sabrán si como yo, tienen hijos o si como yo trabajan con ellos. El despropósito de hoy consiste en hacernos creer durante una semana que por fin van a tener en cuenta a los niños y sus necesidades dentro de esta crisis y de repente anunciar a bombo y platillo que los niños podrán salir, sí, a hacer gestiones de banco o compras con sus padres… Pero analicemos, que no me pueda la rabia, me gusta argumentarlo todo y tratar de ser científica, no puedo ser una emoción con patas…

¿Por qué me parece fatal?

• El niño como transmisor:

Ya hemos hablado hasta la saciedad de la importancia de los niños como transmisores de enfermedad, de que son excelentes portadores de cuadros infecciosos incluso de forma asintomática por lo que suponen un peligro para población más vulnerable, y recordemos que los más vulnerables son los ancianos pero no solo ellos; asmáticos, diabéticos, gente que toma fármacos inmunosupresores… y a lo mejor incluso tú, porque no sabes, hasta que nos toque enfrentarnos, qué tipo de respuesta daremos al virus. ¿Tiene sentido dejar a entrar a esos portadores a sitios cerrados repletos de adultos? Niños pequeños que a menudo serán difíciles de controlar y que pueden correr hacia un adulto, tocar los productos de otro carro, estornudar, toser, tirarse al suelo… ¡En esos espacios cerrados y repletos!

• Sol:

No hemos parado de echarlo de menos, hemos entendido su importancia no solo para la síntesis de vitamina D, si no para el mantenimiento del ritmo circadiano y por tanto el descanso, e incluso sabemos que influye positivamente en nuestro estado de ánimo. Los niños, como tú, como yo, lo que necesitan es sol y aire libre para funcionar, como cualquier ser vivo. Esta claro que meterlos en un banco, en una farmacia o en un supermercado no tiene ningún sentido.

• Ejercicio:

Era evidente, y con ello contábamos los padres y madres,  que esto no iba a significar «abran los parques que vamos a correr», eso estaba claro… pero al menos yo sí esperaba poder caminar con mi hijo de la mano, con la pequeña en su mochila, pasear cerca de casa, 20 min de sol y paseo. Mover el cuerpo y las tripas, creer que volvemos a tener alas, comprobar que siguen estando ahí las aceras, lospaques, aunque cerrados, esperando,… ¿Alguien sabe cuántas vueltas pueden darse a la sección de perfumería para que uno crea que ha paseado? ¿Cuántas veces nos dejarán entrar y salir de la farmacia para que parezca que aquello tuvo sentido?

• Libertad

La tristeza de los niños, sus miedos, la sensación de cautiverio no va a desaparecer introduciéndolos en tareas de adultos. Ellos necesitan salir, respirar, sentir el viento y el sol, ver que el mundo sigue ahí, cambiado pero resistiendo. Ver algo de naturaleza aunque sea urbana, saltar sobre un charco, patear una piedra, montar en su patinete aunque solo sean 10 min… Sentir que todo sigue para poder seguir pintando arcoíris de esos que a los adultos nos gusta tanto mostrar, de esos con los que llenáis en la tele minutos con música lacrimógena de fondo, de esos en los que nos apoyamos todos los que no conseguimos, por más que queramos, seguir coloreando arcoíris. “

• Miedo

Ya hablamos de la ansiedad que está generando esta situación en los niños. Para esos que son pequeños y que llevan más de un mes sin salir ¿No crees que les asustará ver el supermercado lleno de gente con guantes y mascarillas, el silencio que de repente reina en los pasillos, el miedo de los adultos que se separan y evitan hasta mirarse..? Para eso más mayores, que ves y escuchan y saben… ¿No creéis que les dará aún más que pensar este retrato sesgado de un mundo apocalíptico?

Yo me he cansado de oír lo fuerte que son, su capacidad de resiliencia, su plasticidad, su capacidad de adaptación… No quiero que tengan que seguir demostrando supervivencia límite. Quiero cuidar sus emociones igual que lo haría si enfermasen de un COVID. Basta ya de alabar su resistencia, toca dejar de tensarlos no vaya a ser que acabemos dañándolos.

¿Y ahora qué?

NO, yo no llevaría a mis hijos a bancos, supermercados, farmacias o consulta médicas…

Habrá que reconquistar las azoteas como un acto de rebeldía y civismo. Habrá que organizarse como la resistencia para hacer uso de los pequeños espacios privativos de las comunidades de forma ordenada y responsable porque parece que nadie va a salvarnos de esto, si no nosotros mismos. Habrá que seguir pintando tirados en el suelo con medio cuerpo en el balcón, habrá que seguir haciendo equilibrios sobre la cama para cazar el rayito de sol. La desobediencia ordenada de cumplir leyes a medias.

Me imagino un desfile de niños en hilera con separación escrupulosa de dos metros en peregrinaje absurdo hacia Mercadona; apuesto a que veremos a Elsa de frozen, Hulk, algunos piratas, varios patinadores, incontables hadas y numerosos y escandalosos personajes procesionando  hasta bancos, supermercados y farmacias.

Cojan a sus hijos, déjenles vestirse como antojen, usen los patines, los patinetes, las zapatillas con luces, la peluca de frozen… y caminen como en un pasacalles de agosto hasta el destino obligado y una vez lleguen a la puerta, vuélvanse.  Estas instrucciones tienen bastante más sentido que las que nos han contado hoy.