globo animado

Tú perrea que yo juego

Amanece fase 3 y jolgorio y albricias las discotecas pueden abrir hasta las 3 de la mañana. Genial, me parece genial. Si yo tuviese 20 años y hablase de juernes qué gran noticia, pero tengo 36 (recién estrenados) y los jueves se llaman jueves, y muy probablemente sean iguales a los miércoles y los viernes… ¿Por qué? Pues porque tengo dos hijos aun muy pequeños.

¿Qué están haciendo las familias para poder permitirse tener a los niños en casa desde marzo sin morir en el intento? No sé qué hacéis vosotros, pero os digo que ocurre en mi casa: Ahora somos malabaristas.

Ambos trabajamos, eso sí, hemos tenido que ajustar nuestro horarios. Yo hago menos horas y mi pareja se organiza para poder estar en casa cuando yo estoy en consulta o en el hospital. Pero estos equilibrios no son gratuitos, nos está costando descansos, insomnios, discusiones, pelo, arrugas, algún que otro llantito desesperado y, en general, felicidades. Y eso si hablamos solo de nosotros (yomimeconmigo), pero si hablamos de mis hijos… Ellos echan de menos poder compartir tiempo con sus padres; qué ironía ¿eh? ahora que llevamos más de tres meses encerrados juntos… Pues sí, porque compartir no es esto. No es Abril llorando enganchada a una pierna y Alejo gritándome «léeme una cuento por favor» mientras trato de organizar la agenda de citas, o pongo una lavadora o le digo por enésima vez que ya voy y me vuelvo de nuevo porque hay que hacer la comida. Hemos hablado tanto de culpa, conciliación, mujer trabajadora… y de repente estamos dentro de la peor película de terror, todos nuestros derechos de madre-mujer-trabajadora, vulnerados, todos los derechos de juego, de eso que llaman “tiempo de calidad” y que es un constructo que hemos inventado para no sentirnos aún más culpables (como son gordibuena o fofisano) todo eso, derribado. Ahora, sobrevivan en este desastre.

No sé cómo habrán cambiando las discotecas o los pubs desde que no los piso, pero cuando yo era clienta, allí se bailaba a oscuras, se gritaba al oído de tu colega para que pudiese escucharte y te rozabas (si querías, aunque a veces si no querías también) con otros seres humanos o no. Suena, como poco, a fase tres mil, eso del roceteo y la salivilla en la orejita, y sin embargo permitido en fase 3. Bien…

No quiero robarle a nadie sus libertades trasnochadas. Pero ¿Qué hay de terrible en un parque entonces?

En los barrios donde se acumulan los bloques de pisos como colmenas atestadas, las aceras se llenan de niños obedientes, con sus mascarillas diminutas, con su obediencia ciega que caminan en orden arriba y abajo, como en un viaje crucis hasta el parque que continúa precintado. “Aún no han abierto el parque, mami, aún no se ha ido el virus” Y no, el virus no se ha ido, y puede (este es un escenario que cada vez se baraja como más probable) que no se vaya, pero hay que convivir con él.

Estás conviviendo tú con tu cerve en el bar de siempre, yo, comiéndome unas gambitas plancha en “El Carlos”, tu primo bailando salsa, mi vecino corriendo cuando le viene en gana, la Mari en la playa…

¿Y los niños? ¿Qué han ganado ellos? ¿Conviven o sobreviven?

Nuestros hijos no pueden ir al cole, ni de campamento de verano, ni siquiera a un parque. ¿Pero qué miedo hay al parque? Una instalación al aire libre, con sol de verano, con temperatura de junio… Que se juntarán, sí, lo harán, que los mayores de 3 años llevarán mascarilla en su mayoría, también, que los menores de esa edad juegan con escasa interacción con otros, cierto, que los padres tenemos que ser garantes de esas normas básicas, más que cierto.

Así que volvamos a la raíz del problema. Los niños no se están movilizando, los niños no están copando informativos, los niños se adaptan a las situaciones difíciles… pero que se adapten no quiere decir que lo estemos haciendo bien con ellos.

  • Hay que reabrir los parques.
  • Los padres tenemos la obligación de cuidar los momentos en que nuestros hijos interaccionan con otros y con el entorno; con esto quiero decir que no vale con sentarnos en un banco y ponernos a hablar de espalda a ellos. Hay que tener una vigilancia activa y si bien debemos aparentar tranquilidad para que ellos se sientan seguros y puedan jugar, sí hay que cuidar mantener la distancia en la medida de lo posible, vigilar dónde están o qué hacen. Nos van a estar observando, van a poner de excusa que ellos son “incontrolables” para, de nuevo, dejarlos atrás. Seamos ejemplo.

Así que basta ya de parques cerrados y abandonados, empiecen a adecentar las instalaciones que garantizarán para nuestros hijos la “convivencia con el virus” y sigan perreando en discotecas, cada uno con su ocio, pero no nos olvidemos, otra vez, de ellos.

Tú perrea que yo juego

 

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7 Comentarios

    1. Estoy totalmente de acuerdo. Yo llevo diciendo eso 1 mes. Se han olvidado de los niños por completo, por qué? Pues porque abrí los parques no genera dinero y los bares y discotecas si. Y en las urbanizaciónes pasa igual. No se puede jugar, vamos, que mis hijas están hasta el gorro de dar vueltas a la manzana, que es lo único que les dejan hacer. Yo tengo tres hijas, una con dos años, y la pobre solo quiere jugar con la pelota, saltar, correr, subir al tobogán, lo natural vamos. Pero no les importa, solo importa el dinero….

  1. «Hay que cuidar mantener la distancia en la medida de lo posible.» Yo no lo veo realista, la verdad. No sé cuál es la solución pero que los niños pequeños no son capaces de mantener la distancia.

    1. Y todavía se encuentra uno con grupos de Facebook para madres, padres y niños que se oponen a que lo parques se abran y a este tipo de artículos que muestran la realidad en la que vivimos: «Los niños no gastan dinero por salir de casa e ir al parque. La gente que va a las discotecas y a los bares si». Sin olvidarnos de ese mantra que tanto ha querido la gente repetir durante la crisos del COVID «Los niños son vectores». En fin, no hay país para gente con sentido común.

  2. Estoy totalmente de acuerdo. Yo llevo diciendo eso 1 mes. Se han olvidado de los niños por completo, por qué? Pues porque abrí los parques no genera dinero y los bares y discotecas si. Y en las urbanizaciónes pasa igual. No se puede jugar, vamos, que mis hijas están hasta el gorro de dar vueltas a la manzana, que es lo único que les dejan hacer. Yo tengo tres hijas, una con dos años, y la pobre solo quiere jugar con la pelota, saltar, correr, subir al tobogán, lo natural vamos. Pero no les importa, solo importa el dinero….

  3. Hola, totalmente identificada con tu artículo, tienes razón, es más, me atrevo a decir que si abren los parques tendrían que limpiarlos TODOS los días y eso a lo mejor supone un gasto que no quieren asumir, ojalá hagan algo para ellos, se lo merecen por lo bien que lo están haciendo.
    Gracias por estas letras.

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