globo animado

Día de la conciliación

Imagen de Inna Stanimirova

Ayer fue el día de la conciliación. “JA». Es como el día del unicornio. Sería bonito…

Yo no concilio, yo sobrevivo lidiando cada día con la sensación de no llegar. Es como si me encontrase fragmentada en miles de pedazos intentando acudir al rescate continuamente, y cuando movilizo todas las partes de mí para llegar al borde del precipicio me doy cuenta que por el camino he perdido los brazos, o la voz, y al llegar allí solo puedo sostener ligeramente la situación, y no salvo a nadie, con el resto de mí repartido en otras tareas que me he ido encontrando al borde del camino.

Esta lucha es conmigo. Reconozco que apostar por mi desarrollo profesional está causando heridas nuevas. Hay días en que me pesan demasiado los planes pospuestos, los abrazos que aún esperan, los espacios que he cerrado. Hay días en que sé que he equivocado las prioridades y es que vivir de este modo es estar continuamente seleccionando dónde vas a fallar para seguir adelante. Suena a catástrofe épica, pero es cierto que así lo vivo cuando me despierto con la sensación de haber perdido una batalla, haciendo cuentas que no salen sobre las horas en las que estaré en casa, sobre las cifras que necesitamos para poder parar, sobre los años que quedarán de carrera. Me da miedo que en esta rutina de no llegar nunca, efectivamente, al final, nunca llegue. Me da miedo pensar en estar corriendo toda la vida y equivocando la meta. No quiero llegar donde sea que debo sola. No quiero dejar a nadie esperando detrás de mí.

Necesito ser capaz de hacer felices a los que quiero, y sin embargo, qué difícil conseguirlo cuando me paso el día mirando mi ombligo. “Mira que drama lo que me pagan las compañías aseguradoras” “Mira que desastre la hora a la que llego hoy de trabajar, mira que dolor no haber llegado a tiempo de acostarlos” “Mira qué esfuerzo titánico pretender ser todo y acabar siendo solo fragmentos, piezas que no sirven para construir”.

Esta conciliación que no existe, este desastre de querer serlo todo, esta presión de tener que serlo todo… Hay que seguir pretendiendo todas las cimas, tenemos que luchar por nuestros derechos, tenemos que hacer ruido no solo para que nos oigan, queremos que nos escuchen.

Quiero que escuchen y entiendan qué significa para mí como madre dejar a un recién nacido de 40 días en casa y venirme a trabajar.

Quiero que escuchen y entiendan qué significa trabajar y trabajar para poder pagar a una persona que esté con mis hijos mientras yo trabajo. ¿Ridículo? Cuántas veces al día crees que pienso que estoy equivocándome.

Quiero que escuchen y comprendan el fracaso que siento cuando no recuerdo qué día tenía mi hijo excursión, cuándo había que llevar el sombrero rojo a la guardería y Alejo era el único que no lo tuvo.

Quiero que escuchen y entiendan el dolor que supone saber que estas fallando a tu pareja. Saber que no llegaste a esa cita ineludible, que no estuviste a la altura.

Quiero que piensen por un momento, que estoy tratando de hacerme un hueco a nivel profesional que estoy luchando por un trabajo digno y que me haga feliz.

Quiero, que en suma, sumen. Que se den cuenta de que los números no salen, de que también cuando ustedes se sienten delante de esta lista sepan que para que salgan las cuentas no podrán más que dividirme: Un beso para mis hijos, un abrazo a destiempo para mi pareja, la voz y los brazos para mis pacientes, el caos para mí. La ilusión.. que no me olvide de ella, ¿Dónde la he puesto? La necesito, tengo que repartirla entre todos ellos…Me quedo los miedos, que no les alcancen, guárdalos aquí, entre las costillas, ellos solo saldrán de noche, les gusta arañarme mientras duermo… Este pelo desecho, este párpado histérico que no deja de moverse recordándome que hoy tampoco lo he logrado, que hoy también renuncio…, estas uñas mordidas, esta piel con estrías, esta fecha marcada en la que no estuve donde debía… Esto para mí, me lo quedo, no quiero mancharos de brea. Pero el aire, guardadme vosotros el aire. Y lo que sobre, que descanse aquí sobre la cama, nunca se sabe cuando voy a necesitar el bazo, o la angustia. De momento saldré así a la calle, hecha de jirones.

Quizás ha llegado el momento de reivindicar un solo espacio en el que poder ser yo completa. Este segundo en que nadie necesita ser salvado; ni yo misma. ¿Os imagináis qué felicidad, yo ya no hecha de retazos, yo una mujer capaz de darme entera?

La conciliación no existe, porque faltan leyes, porque falta interés de los poderosos y no existe también porque nos sobran exigencias. Sí, a mí me sobran exigencias para conmigo y corro el serio riesgo no solo de perder quién soy si no de perder a quienes quiero. Yo sí renuncio, lo hago cada día. Ojalá aprenda a renunciar mejor. Ojalá no equivoque lo que decido postergar.

 

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6 Comentarios

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