globo animado

Se ruega no arrojar comida a los animales

Hoy llueve, estoy saliente de una guardia de 24h y a punto de marcharme a consulta, pero necesito escribir un poco no sé si para desahogarme, para buscar aliados o para gritar que el mundo se va al carajo y ya no queda respeto por nada ni por nadie, ni siquiera por los hijos de uno.

“Por favor no use whatsapp dentro de la consulta”.

Y envuelta en la vorágine del la nueva censura, los proabortistas y los antiabortistas, la subida del salario mínimo, el feminismo que es y el que no, el sexo sentido y el que imponen, la verdad de cada uno y la mentira de todos; en ese clima en el que parece que se nos va la vida cada día en una guerra nueva (y no lo critico, sigamos luchando, la lucha es supervivencia de ideas) me detengo un segundo para hablar de educación. No la educación del mapa físico de España, ni la del pin parental, ni de las universidades publicas cada vez menos publicas y menos docentes… no, la educación de andar por casa, la de los buenos días, la de ceder tu asiento, la de mirarte a los ojos, y hoy, tristemente la de “Por favor no use whatsapp dentro de la consulta”.

“Me callo porque me da vergüenza»

Y es que igual algunos no lo creéis y supongo que otros (aunque no lo reconozcáis) habréis sido artífices de este desastre. Ya diría que ocurre a diario que un padre o una madre “preocupadísimo” (entiendo que debiera estarlo para aparecer en una urgencia de hospital un festivo a las 23h) se pasa todo el tiempo de consulta tecleando furioso en su móvil mientras yo historio al niño: a veces es un preadolescente y el pobre es el que me cuenta qué ha ocurrido mientras el adulto sigue tecleando; y otras veces me cuenta con desgana, sin mirarme por supuesto, lo que cree que ha ocurrido. Ocurre por supuesto mientras exploro al niño e incluso cuando yo termino mi informe, se lo ofrezco en mano y busco los ojos que siguen en la pantalla para explicarles el tratamiento. Un día, a una madre joven que picaba trepidante la pantalla le dije “Te estoy hablando”. No me miró inmediatamente, así que hice una pausa. Supongo que el silencio la alertó y entonces levantó la cabeza “Que te estoy hablando”. “¿A mí?” me pregunta. “A tu hijo de 18 meses no puedo explicarle el tratamiento” le dije. Pero esta solo fue la madre a la que sí me atreví a decirle algo. La mayoría de las veces solo abro mucho los ojos, suspiro, y debo poner una cara de reprobación intensa, pero como no me están mirando, igual dá, y callo. Callo porque me da vergüenza tener que decir que por favor no usen el teléfono en la consulta, y confesaré que además tengo miedo de que la respuesta que me den sea agresiva (¿Sabían eso? ¿Sabían que los médicos tenemos miedo de decir: «Perdone usted me esta faltando al respeto»...?). Así que he visto que un compañero tenía un cartel en la consulta del centro de salud “Por favor no use whatsapp en consulta” y me he preguntado por un segundo si esa podía ser mi salvación, pero inmediatamente he recordado el ámbito en el que trabajo (el que no me pertenece, en el que yo no decido) y he sabido que de nuevo, reclamar un trato respetuoso no sería bienvenido allí.

Así que por favor, si sois vosotros los que usáis whatssap, o los que hacéis pompas con los chicles (sí, anoche mismo, sí, al menos 5 veces, sí, un adulto ya superando con creces los cuarenta), los que os mordéis las uñas y escupís los trocitos en mi mesa, los que pesáis al resto de vuestros hijos en la balanza de la urgencia mientras yo sigo intentando valorar a los que sí traéis a urgencias,  o aquellos que incluso os permitís contestar al teléfono dentro de la consulta y tener una conversación paralela mientras yo trabajo, mientras yo trato de concentrarme en valorar a vuestros hijos, mientras parezco yo mucho más preocupada por ellos que vosotros;  si sois vosotros: Parad. me molesta. Cuando volváis a hacerlo probablemente me quede muda de nuevo y siga sin tener un cartel que me ayude, pero sabedlo ya, me molesta. No creí que necesitase colgar advertencias en consulta como se hace en un zoo “Prohibido arrojar comida a los animales»

Como no me dejarán colgarlo en la pared aquí lo dejo:

  • Se ruega no gritar al médico.
  • Se ruega no insultar.
  • Se ruega no jugar con la balanza.
  • Se ruega no moderse las uñas y escupir los restos mientras te hablo.
  • Se ruega no hacer pompas de chicle.
  • Se ruega no tener una conversación con el abogado de la empresa, el transportista, los colegas con los que has quedado para los gintonics posturgencia… se ruega no contestar al teléfono por favor.
  • Se ruega no usar whatsapp en la consulta.

PD: tampoco arrojen comida… tengo restos de Aspitos hasta en las pestañas

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1 Comentario

  1. Hola Marta! Te leo y me parece surrealista, pero me lo creo porque escribes Tú. En general y en realidad, esta sociedad ha perdido la vergüenza. Como madre y educadora social en un centro de menores infractores, siendo mujer, es una locura.
    Cuando asisto a tu consulta, lo más importante es tu labor, intento memorizar lo que me dices, mientras con el rabillo del ojo intentando que las niñas no hagan ruido con los juguetes o sus conversaciones y no te molesten. Y por supuesto siempre, siempre, antes de entrar a la sala de espera, silencio el teléfono o lo apago.
    Quiero pensar que habrá más padres así. Aunque por lo que cuentas, qué Vergüenza! Es indignante.
    Estoy totalmente segura que los aplausos desaparecerán y todo volverá a «la normalidad». A lo que tenemos, una sociedad sin respeto ni valores. Los maestros, los médicos, los funcionarios, el repartidor, el cajero….. todos nos merecemos un mínimo de respeto, pero la gente, parece haberlo olvidado o nunca lo tuvo.
    Mucho ánimo Marta, me encanta leerte, me haces llorar, reír, enfadarme con la gente y su hipocresía…..sigue desahogándote escribiendo. Besos

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