La tarde que gané un Goya

Ayer ganamos un Goya. Lo hizo el equipo, fue un Goya “Al mejor reparto” que nos otorgó “La academia” de @candysresposter la mejor repostera del universo.

Pues eso, que ayer nos dieron un Goya y con la emoción del momento no tuve tiempo de organizar las emociones y escribir mi discurso. Pero hoy, ya desde aquí, con los restos del rímel en las pestañas, la almohada machada de barra de labios, pantalones de pijama y jersey gordo, hoy, desde este sofá donde Alejo se come el Goya y otras delicias que María nos regaló, lleno de nata y chocolate, desde aquí me toca agradecer.

Primero gracias a la academia.

María gracias por creer en ti y regalarnos esta pedazo de profesional que eres. Me miro en tu espejo para ponerme una meta tan grande como lo que tú has logrado. Crecer siendo feliz con lo que elegiste y haciendo feliz a los demás con tu trabajo. Te debo todos mis cumpleaños de adulta, los de mis hijos, las mesas de navidad, los aniversarios en que Lucas quiso sorprenderme, y en definitiva todas las mesas en que fui feliz. Te admiro como empresaria y como mamá. Solo las que conjugamos ambas aventuras sabemos lo complicado que es. Ojalá como dicen @malasmadres un día podamos gritar “Yo no renuncio”, pero hoy por hoy, María, renunciamos. Gracias a ti y a tu familia por este premio de endulzarnos las tardes de lluvia y convertir mi pasillo en una alfombra roja.

Segundo gracias a los compañeros que lo hicieron posible.

El productor, ayudante de dirección, ayudante de fotografía y proveedor de servicios varios Lucas, por aguantar mis chorradas de hada espacial, inventando universos fútiles todas las tardes que estoy en casa. Entreteniéndome en pompas de jabón mientras mis zapatos siguen en la entrada, con lo que odias tú mis zapatos al borde de todas las puertas… Por permitirme seguir navegado en un barco pirata improvisado, bailando un vals mudo, saltando en el circo del sol,  alunizando en le jardín, cantando a voz en grito alguna versión improvisada, escondida en una cueva de dragón, buscando tesoros bajo la hiedra, jugando a ser niña con mis hijos mientras tú te dedicas a tareas más prosaicas. Gracias por perdonar mis desastres cotidianos, mi desorden, mis sartenes pegadas, mis insomnios, mis pequeños dramas de artista. Gracias por creer en mi incluso por encima de mis posibilidades, por creer en este proyecto de vida y por apostar en ello todo lo que tienes. Por jugarte la vida viviéndola a mi lado.

Y gracias a los actores.

Alejo que vino a llenarme la vida por fin, a ocupar espacios donde crecían antes desordenados los tallos de mis miedos, a sembrar de primavera incluso los bordes de este acantilado donde a veces me asomo. Gracias por recuperar las risas que nunca se fingen, la ilusión con mayúsculas y el mundo que construimos sobre esto otro que a veces duele. Gracias por encargarte de los efectos especiales.

Gracias a mi niña aún despertando a la vida. A su paciencia de hermana pequeña que espera su turno para el abrazo, que duerme a pesar de que estalle la guerra, que se desvive para que su hermano le sonría y nunca se rinde. Mi niña no sabes qué responsabilidad más grande siento al ser tu mamá, que fuerza me otorgas, qué ganas de lucha. No voy a permitir que el mundo te dañe por ser la mujer que serás. Yo me alzo en armas por ti y contra todos los que están construyéndote alrededor cercados de alambre y llanto. Yo me convierto en capitana de un ejercito de mujeres libres y te prometo, hija mía, que el mundo será tan tuyo como de tu hermano. Gracias a Abril por ser la mejor actriz de reparto.

Lo último, los ojaláes

Ojalá para el futuro las mujeres que superan la treintena, que tienen el culo gordo, que emprenden hasta sin querer porque esta tierra no les dejó otra salida, que se atreven a reclamar su papel de madre (sí se atreven a quererlo todo), ojalá para nosotras haya más papeles protagonistas.

Ojalá la alfombra roja me la pongan las compañías con las que trabajo pagándome un salario digno que me permita vivir de lo que amo, porque ya vivo para ello y solo me falta poder vivir de ello.

Ojalá dentro de un año pueda contaros que duermo en casa siempre, que nunca falto al cuento de antes de dormir, ni a los desvelos de media noche, a ningún cumpleaños, a ningún polvorón de nochebuena, ni al primer día de tantas cosas…

Ojalá conciliar fuese un derecho fundamental porque yo SÍ RENUNCIO, pero lo quiero todo, porque sé que puedo. El problema no soy yo, el problema no somos nosotras. Yo soy mucho más que una empresa, soy mucho más que una madre, yo soy tantas cosas que aún me descubro empeñada en nuevas promesas cada día y no me falta la fuerza, me falta conquistar algunas cimas que aún me están vedadas. Levanten las alambradas y dejen de temer este avance. Somos legión y queremos reivindicarnos completas. Todas protagonistas de esta película en la que nos jugamos la VIDA.

Gracias y buenos días.