globo animado

La pandemia del pánico

OOOOOtra vez

Me pedís que escriba, otra vez, sobre el coronavirus, pero no me pedís una entrada con cifras y gráficas, no, queréis que hable en primera persona, queréis que os cuente la receta para combatir el miedo, pero qué difícil es si continuamente nos bombardean, qué difícil si no paran de decirnos que tenemos los pies en un equilibrio exquisito sobre el abismo.

Esta está siendo la pandemia del terror. Vivimos un espectáculo morboso en el que se retransmiten los muertos segundo a segundo y los infectados se acumulan en pilas de cuerpos en el imaginario de la población que asiste en primera fila al desfile de expertos en nada hablando y hablando con el cacareo incesante y vacío del que nada sabe y parece que nada avergüénza.

Qué difícil calmaros si no paran de incendiar las esquinas de esta casa. ¿Cómo os cuento yo que estoy traquila? ¿Cómo os transmito que no me preocupa mi vida, ni la de mi familia porque pienso que, en el fondo, esto, que ya está aquí y es incontrolable pasará y tengo la certeza de que sobreviviremos?

Las cifras, la gravedad la mortalidad, la contagiosidad, el avance… Todo eso ya os lo conté en la entrada sobre coronavirus en niños, hoy no he venido a eso, hoy vengo a una charla la tranquila, hoy vengo a intentar que entendamos dónde está el peligro.

Conspiraciones a parte, lo que sí tiene este virus es que presenta una alta contagiosidad, probablemente mayor de lo que arrojan las cifras puesto que sabemos que muchos casos no los estamos diagnosticando porque no manifiestan síntomas, o bien porque no están dentro de los supuestos actuales que se consideran de alto riesgo y por tanto no hacemos test diagnóstico. Mayor porque evidentemente nadie esta vacunado. Así, aunque la mortalidad en población general es baja y nula en niños, si se contagia masivamente, las cifras finales de fallecidos pueden ser importantes. Ya dijimos que el niño preocupa menos porque aparentemente los infectados en edad pediátrica manifiestan pocos o ningún síntoma y, en general, hay escasa gravedad y cero mortalidad, pero ¿Qué ocurre con el anciano?

La preocupación real es el colapso del sistema sanitario si nos contagiamos todos a la vez. Así que, aunque suene a chiste, se ruega un contagio escalonado, por favor…

Ya vimos como se disparaba la mortalidad en estas edades por lo que si contagiamos a un alto número de ancianos vamos a tener un alto número de enfermos graves que precisarán en un alto porcentaje ingreso e incluso asistencia en una unidad de cuidados intensivos. Y aquí está, esto es lo que preocupa. Desde dentro del sistema preocupa la capacidad de dar respuesta a una llegada masiva de enfermos graves. No nos preocupa el niño que pasa la enfermedad en casa, nos preocupa el abuelo que está a cargo de ese niño.

A título personal os diría que sabiendo que los niños siempre son excelentes reservorios y transmisores de virus extreméis las precauciones si en el entorno tenéis mayores. Ahí es donde yo me pondría seria.

Respecto al Apocalipsis

Somos la población general los que sembramos el pánico cuando arrasamos los estantes de conservas de los supermercados, cuando compartimos contenidos que solo buscan transmitir una sensación de desamparo y de descontrol, cuando los sanitarios no paramos de postear fotos vestidos con nuestros equipos de protección, cuando en televisión no dejamos de mostrar siempre el mismo escenario. ¿Alguien sabe qué tal les va a los enfermos de Wuhan? ¿Nadie? Entiendo que quien esté siguiendo la crisis de cerca desde un punto de vista científico sí sabrá que China está muy cerca de contener definitivamente la epidemia, pero la población general solo escucha que cierran colegios, que cancelan viajes, que blindan ciudades… Y os imagináis de repente en un escenario de The walking dead con una ciudad asediada por los últimos supervivientes de un fin del mundo en el que todos llevamos mascarillas quirúrgicas (que de nada sirven), y la gente fallece en cuartos de baños atestados de rollos de papel higiénico…

En China las noticias son muy buenas. Han contenido la epidemia, apenas les crecen los contagios y están desmontando algunos de los hospitales que se crearon para atender enfermos debido a que muchos pacientes están ya de alta y no hay nuevos casos para ocupar esos espacios. Estas noticias debieran contarse muchas más veces, debieran celebrarse y aplaudirse, debieran servir para calmar una población que se ve ahora en el inicio del caos… Pero se colabora poco en su difusión. Pero se vive poco de la esperanza y la certeza de un final feliz.

 

¿Os imagináis que antes de prescribiros un paracetamol os dijese: Cuidado porque puede producir crisis de agranulocitosis, hepatotoxicidad, hipoglucemias graves, shock anafilácticos…? ¿Tendríais miedo? ¿Y sin en lugar de eso os cuento que es un excelente antitérmico y que tiene un buen perfil de seguridad? Nosotros podemos transmitir seguridad y calma o podemos sembrar miedo. Estamos asistiendo a una siembra de terror y esto esta generando una reacción en cadena. Es nuestra responsabilidad centrarnos en contar la verdad sin alimentar el morbo y el miedo. Estamos ante una pandemia causada por un virus nuevo, por lo que no tenemos vacuna ni certeza acerca de su comportamiento, pero los datos de los que disponemos hasta ahora parecen indicar que se superará, como se han superado otros. Hay que intentar minimizar los costos de su paso y por ello hay que ser responsables y tratar de no contagiarnos ni contagiar, y no saturar los sistemas, y mucho menos fingir o mentir acerca de nuestros contactos para tratar de lograr que nos hagan un test específico.

 

Hay que apelar a la responsabilidad ciudadana. Tú, yo y todos debemos ser responsables.

A mí me asusta este desastre. Pero ojo; no el virus en sí, el desastre. Me asustan los supermercados vacíos, me asustan los colegios cerrados, me asusta la sensación de ciudad sitiada. Me asusta. Pero creo necesario RESPETAR las medidas que dictamina el gobierno y el sentido común. Sí, hay que evitar contagiarse y contagiar. Hay que hacerlo porque un contagio masivo sería un caos sanitario. Así que corrijo, hay que evitar contagiarnos todos al mismo tiempo. Ese es el objetivo. Si nos contagiamos, al menos, que no lo hagamos todos a la vez.

Sed responsables, evitad contagiaros y contagiar a otros. No alentéis historias de terror urbanas. No asustéis a vuestros hijos. Pero tened respeto por lo que ocurre, prudencia, y sobretodo, la certeza de que pasará. Lavaos las manos, evitad multitudes, no es momento de reuniones, quedadas, fiestas, casas rurales…esquivad los dos besos y los saludos de rigor, si tenéis síntomas respiratorios quedaos en casa… y sobretodo NO ACUDÁIS A URGENCIAS.

Que el fin del mundo te pille bailando (pero en casa)

En casa, normalidad. Alejo sigue yendo a la guarde, hasta que se indique lo contrario, seguimos haciendo la compra habitual (aunque esta semana no ha sido posible porque los que están construyéndose un búnker para el fin del mundo han arrasado con todo), seguimos paseando a Moco y a Saco, y seguimos trabajando.

En la consulta extremamos las precauciones para que los niños que acuden a su revisión no coincidan en tiempo y espacio con los que consultan por estar enfermos (cosa que se hace habitualmente) y separamos en salas de espera los síntomas respiratorios del resto.

On line intento estar disponible y resolver todas las dudas, e insto a usar los cauces de consulta no presencial que existen.

En el hospital trabajamos con mascarillas y no paramos de informar sobre la importancia de NO ACUDIR A URGENCIAS. Queremos todos estar a la altura y dar lo mejor de nosotros. Me siento responsable y comprometida.

Esta mañana Abril y yo saldremos a dar un paseo al campo con nuestros perros, pondremos una lavadora, cocinaremos algo para todos, iremos a recoger a Alejo al cole y nos reiremos a carcajadas que es el único modo en que ella sabe reírse.

Yo tengo un cierto miedo, o pena, o tristeza por lo que ocurre; me asfixia la sensación de asedio, de hecatombe, pero no paro de leer acerca de la evolución en China y sonrío prudente y Abril estalla en carcajadas.

Mientras otros estáis corriendo por los pasillos de un supermercado y llenando el carrito de papel higiénico (no acabo de entender como se relaciona el miedo al virus con la necesidad de enterraros en papel del water) aquí suena Pau Donés y disfrutamos 3 de este momento en que Alejo canta su canción favorita (“Mami ponme Bonito…») y me grita “Mami baila” y yo bailo como si el fin del mundo a mí me importase un carajo. (Pero me importa).

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5 Comentarios

  1. Qué bien, Marta. Qué buena mezcla ese rigor con la cordura!!! Gracias.
    Abracitos y mucho baile para esos niños tan bonitos que tienes.

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