La cura
¿Cuántos días dices que llevamos? Yo no los cuento, no sé cuántos días hace que no podemos salir de casa salvo para trabajar o alimentarnos… Lo cierto es que mi vida ha cambiado poco: hospital-casa-consulta-casa. Mi vida social era la propia de una madre emprendedora con dos niños muy pequeños… pues eso, ninguna. Aún así, la sensación de no poder pasear por la playa, almorzar al sol con amigos, ir a ver a mis padres… esa sensación de prohibición, de secuestro, a veces hace que cueste respirar.
Hay adultos enloqueciendo, adultos trepando paredes, adultos dibujando mariposas con las manos, adultos saltando en las camas, adultos bailando en bragas, adultos construyendo torres de cartón. Adultos bajo la cama, sucios de barro, cantando a voz en grito en las azoteas, fabricando collares de macarrones, adultos fingiendo no tener miedo. Adultos atrapados en casitas de plásticos, combatiendo dragones, remolcando dinosaurios. Adultos jugando con la comida, comiendo un helado en invierno, corriendo dentro del salón. Adultos disfrazados, capitanes de fragata, adultos con las uñas de colores, con la cara llena de chocolate. Adultos sonriendo hasta soltar lágrimas, adultos redescubriendo el futuro. Adultos, en suma, siendo padres a tiempo completo.
No sabéis la suerte que es que la cura para este miedo sea esta locura.
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