globo animado

Las putas uvas

Esto no es una felicitación de año nuevo, pero feliz año nuevo y no me tengan en cuenta las heridas.

Nunca me ha gustado la nochevieja. Nunca. ¿No es acaso una señal de que no merece la pena las múltiples charlas acerca del riesgo de atragantamiento, la enésima infografía de cómo preparar las uvas a los niños, el video número veinticinco sobre como hacer la maniobra de Heimlich a tu cuñado? Pero este miedo es más reciente, es de cuándo echas cabeza y entiendes que nada es permanente, que nadie es para siempre. No me gusta desde mucho antes. Desde que mis padres me dejaban con mis abuelos y Jose Luis Moreno no terminaba nunca, y me dolía la barriga y el frío ese que te ataca cuando tienes sueño y se te cuela entre los huesos y ya nada te calienta.
Desde que crecí y fue obligado salir a fiestas llenas de gente que no conocía con vestidos incomodísimos y un peinado tirante con las horquillas de melena clavadas igual que en un muñeco vudú. Aguanta, solo un poco más, aguanta hasta los putos churros. Une un licor 43 con batido de chocolate que alguien sugirió hace horas a los tres vodka naranja y al whisky ese con redbull. No sabes beber, así que lo bebes todo, como si estuvieses en un bufet libre en Benidorm y fueses una jubilada alegre poniendo tortitas con Nutella sobre los huevos revueltos con salchichas, y que no falten dos rodajas de piña, para cagar, no sabes lo que me estriño fuera de casa.
Y creces y te sientas en otras mesas, y sonríes, y aguantas, y sonríes, y quisieras beber como un adolescente para aguantar, aguanta, solo un poco más, hasta las uvas, aguanta hasta que den la uvas y hagamos los chistes de los cuartos, y nos pongamos un collar de plástico de colores y soplemos el matasuegras amarillo.
La odio desde que entendí que no significa nada, que hay un eterno retorno en la acidez de las tres de la mañana, en el dolor de pies, en las medias rotas, en el frío del amanecer, en esa nausea, en esa última nausea.
Pero, espera, no te vayas dormir sin tomar las uvas, todas ordenadas, sin pepitas, las más pequeñas, las uvas, las putas uvas, unas uvas que nunca se acaban que nunca termino, mi cuenco lleno de ellas cuando todos se besan, cuando todos os besáis y os deseáis feliz año, y yo las miro con la certeza de tener entre mis manos, sobre la falda, el primer fracaso del año, las uvas redondas, tensas y brillantes, las uvas atragantadas de la primera insuficiencia.

Y que nadie me tenga en cuenta esta aversión por los finales que no lo son, y que sigas disfrutando de esta noche y todos las promesas de comienzo, y no sufras por mi, que me queda la noche de reyes para volver a creer en las madrugadas…

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1 Comentario

  1. Totalmente de acuerdo contigo. Yo también he odiado siempre la Noche Vieja y todo lo que ella conlleva. Feliz año Nuevo Marta. Un besote.

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