Gorda
Yo tengo un trastorno de alimentación. Lo tengo desde siempre porque no me recuerdo nunca fuera de esta lucha con la comida, con mi cuerpo, con lo que se espera de mi y sobretodo con lo que yo espero.
Me recuerdo gorda siempre, por eso no estoy gorda, soy gorda. Forma parte de mi identidad, de cómo me muevo, me visto, me muestro o me escondo, de lo que me asusta, de lo que me hace feliz, de quien soy. Soy gorda.
Las primeras dietas las empecé siendo muy pequeña, recuerdo ir al endocrino pensando que aquel señor iba a arreglarme por fin lo mío, sabiendo ahora que el pobre endocrino no tenía nada que hacer ni decir en mi caso, una gorda sana. Una gorda sana de 7 u 8 años rozándose los muslos hasta hacerse heriditas que escocían como los mordiscos diminutos de los cachorros, una gorda con los brazos a punto de estallar dentro de las mangas de un vestido, con las medias enrolladas debajo del ombligo, con el miedo de acercarse a otro niño que pudiera volver a llamarla gorda, con terror a mostrase en bañador a principios de verano, con una pera pudriéndose en la mochila, una gorda sana y niña contando en los recreos las calorías de un plato de acelgas y un filete de ternera a la plancha. Siéntate derechita, mete barriga, no te abandones, come despacito, mejor no te hinches de pan, no te sirvas más, tú no puedes comer eso, esa ropa no te favorece.
De adolescente estuve delgada aunque sin saberlo, porque yo seguía siendo gorda, ¿recuerdas esto que te he contado que no es un estar sino un ser en mi caso? Y lo estuve a base de ayunos, de conductas de purga, de mentir y esconderme, de sentirme una enferma. Pero mejor enferma que gorda, pensaba.
Y ya siempre seré una gorda que cuenta calorías, que mide cantidades, que a veces se castiga por haber transgredido los límites que se impone, que se mira esperando ser otra, que se tapa, que se hiere y que se duele.
No sé en qué modo esto podría haber sido distinto, pero tengo la certeza de que para mi ya no hay escapatoria, voy a envejecer siendo la misma gorda que miraba los minutos que patinaba para calcular las calorías que consumía, que odiaba moverse delante de otros porque podían ver la carne danzando como en una fiera de circo, que se pellizcaba la barriga sentada en un columpio esperando, que esta vez sí, funcionase, levantarse siendo otra.
Ojalá pueda evitarles esto mis hijos. Ojalá crezcan sabiendo que son maravillosos en todas sus facetas. Porque a veces no solo hay que decirles que son buenos o listos, o valientes o artistas, a veces también quieren oír que son guapos (que soy guapa) que puedo ser como las otras niñas delgadas con sus vestidos de gasa bailando el calendario de amor.
2 Comentarios
Deja una respuesta
Información básica sobre protección de datos
- Responsable: Marta Garín Montañez
- Fin del tratamiento: Controlar el spam, gestión de comentarios
- Legitimación: Tu consentimiento
- Comunicación de los datos: No se comunicarán los datos a terceros salvo por obligación legal.
- Derechos: Acceso, rectificación, portabilidad, olvido.
- Contacto: info@dragarinpediatra.com.
- Información adicional: Más información en nuestra política de privacidad.
Gorda, guapa,….. Te llevo leyendo desde hace 2 años y lo que creo es que eres magnífica profesional, transmites confianza por tu saber ser y estar y da gusto esperar y leer tus post semanales. Eres un LUJO. No lo olvides.
muchísimas gracias