El árbol quebrado

Cerca de casa hay una zona de campo libre donde cuando lo logro, escapo con los niños y los perros a pasear. En nuestro paseo solemos cruzarnos con un árbol grande, majestuoso, bajo el que hice esta foto, ayer el árbol estaba quebrado, un mal viento, una tormenta, o una tristeza infinita lo había partido y ahora parecía enfermo, moribundo, impregnado de una pena antigua que podría haberle pesado hasta iniciar su derrumbe.⁣
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En ese momento yo la recordé a ella, y poco después a todas ellas. Recordé como se le partieron sus ramas, por la tristeza, por el dolor acumulado en sus nudos, recordé las veces que él la habría anulado, las palabras de odio, la persecución, el aislamiento, y luego, al final, los golpes. Hasta que no pudo más y se quebró, y quedó hecha cenizas, y de ella solo quedó el polvo. Ella solo era eso, polvo, un polvo finísimo que un simple susurro podía volar hasta hacerlo desaparecer. Tiempo después el polvo dejó de acumularse en los muelles de esa cama y empezó a volarse por el dormitorio, voló meses después más allá de la puerta donde se convirtió en una arcilla fresca, aún mojada de sal, aún frágil, anunciando que un dedo podría hacerla perder de nuevo su forma, perderse por completo. Pero allí en el marco de la puerta la esperaban otros, los que siempre estuvieron, ellos cuidaron de que el viento la secase con mimo, de que fuese organizándose hasta crecerse, de que fuese amándose hasta armarse. Y salió de esa habitación con una forma nueva, con una piel distinta, acumulando aún tristezas bajo las costillas, tragando aún nostalgias y derrotas, pero con la certeza de haber iniciado una primavera.⁣

Todos somos guardianes de esta herida

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Al árbol quebrado mañana le saldrán nuevas hojas, y en meses volverá a ser primavera. Nosotros seguimos mirándolo cada día sabiendo la majestuosidad que encierra, la potencia de un cuerpo dañado pero no rendido. ⁣
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Todos somos guardianes de esta herida.