
Bailar descalza
Los conciertos sentados, como niños de excursión en el museo de ciencias, como una charla eterna de un vulcanólogo en el Teide. Todos somos volcanes queriendo estallar en esas sillas metálicas que nos atan las alas al suelo.
La comedida felicidad servida solo en vasos pequeños, cuidado no permitan que saltemos, no permitan que esta masa se desborde y que por un instante nos creamos libres, como supervivientes de un desastre, como la perra de Soy leyenda, pataleando sobre una ciudad devastada.
Estos segundos míos, esta conquista de mis pies descalzos sobre la hierba saltando. Un señor ataviado con una camiseta que reza «controlador» que me obliga sentarme con un movimiento sereno y cansado. Yo sé que solo está trabajando, yo sé que tu también estás cansado, yo sé que todos tenemos ya la necesidad imperiosa de volar.
Por favor señores, quiero adquirir con mi entrada solo unos centímetros más, píntenme en el suelo un cuadrado del que no pueda salirme al bailar, pero déjenme creerme libre, solo un segundo, como una perra aullando sobre una ciudad extinta.
Información básica sobre protección de datos