Casas hay muchas, las casa donde uno se cría, la casa de los abuelos, la de la pareja, la casa que construyes con tus hijos, la casa donde quisieras refugiarte cuando todo se agita, la casa donde celebrarlo todo. Al final las casas lo son porque están llenas de gente, y es esa gente la que te hace sentirte hogar.

Ayer tuvimos una tardevieja magnífica y de repente construí otra casa, la de mis amigos brindando por un año que acaba y otro que empieza en la magnífica reunión que organizaron en Araboka plaza donde os juro que sentí la intimidad de hogar, la misma, en un lugar rodeado de gente a la que no conocía y que acabé conociendo, sintiéndome parte de todo.

A veces los tejados te sorprenden brotando en los lugares más insospechados. A veces hay que dejarse llevar para darse de cuenta de que en el fondo es imposible estar solo, porque el mundo esta lleno de gente buena dispuesta a escucharte.

Si te sientes sola, busca una casa, puede que al principio no sepas que la tienes delante, pero si de repente sientes que te brotan alas, que los imposibles siguen ahí pero importan menos, que sonríes sin saber muy por qué, ahí está.

Ha sido bonito despedir un año complejo creyéndome libre por un rato. Mañana ya nos crecerán las cadenas.

Gracias a Antonio, a Rafa, a todo el personal de Araboka por crear un salón inmenso en el que por unas horas todos fuimos familia.

Gracias Ivan, Ana, Duke, Lucas.

Gracias a los abuelos que cuidaron de mis hijos para que yo pudiese pasar este día.

Feliz año nuevo a todos, buscaos el espacio mínimo en que batir las alas, aunque sea solo un ratito.